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{ Descubrir la idea ganadora }


TODOS TENEMOS MUCHAS IDEAS, PERO SON POCAS LAS QUE FUNCIONAN.
“Para ser un emprendedor hace falta tener ideas. Pero ideas que funcionen. Un emprendimiento empieza a plasmarse cuando una de las tantas ideas que tenemos funciona bien. Indiscutiblemente bien”, señala Eduardo Kastika, master en Gestión de la Técnica y la Tecnología, titular de Kastika y Asociados, un estudio profesional dedicado por entero al desarrollo de la innovación y la creatividad en las empresas, y autor del libro Creatividad para emprendedores.


“Una idea funciona cuando usted logra que un público valore algo que usted produce o vende, y con lo que el público paga por este valor, usted puede volver a producir o a conseguir ese algo”, dice Kastika.
“La unidad mínima de la creatividad es este clic: hago algo y alguien lo valora. Llevada al mundo de los negocios, esta valoración no es sólo un reconocimiento informal, sino dinero.”

No se puede hablar de un emprendimiento en serio hasta que no estén probados estos dos componentes mínimos. Kastika remarca que mucha gente tiene la fantasía de suponer que una idea brillante es más importante que una idea no tan brillante funcionando.
“No es así. Una idea es buena o mala dependiendo de quién, dónde, cómo y cuándo se la aplique.”

Hay que dejar de ver a la creatividad como la idea maravillosa que nos puede salvar, y pasar a verla como un modo de construir desde lo que sabemos, explica el especialista.
“Desde lo académico, el clic se llama rueda operativa de la empresa. Y es la forma básica de comprender cuáles son los eslabones para que un negocio comience a funcionar aceitadamente: tener un producto o servicio, comercializarlo, venderlo, entregarlo, cobrarlo, pagar los gastos, administrar el proceso y volver a producir.”

La rueda debe rodar muchas veces para que el negocio deje de ser algo esporádico y se convierta en un emprendimiento. No es un emprendedor quien gana dinero por única vez haciendo una feria americana, o quien consigue un único cliente que lo contrata para lo que nadie lo contrataría. Kastika dice que “hay una vivencia completa muy rica y estimulante en el hecho de hacer que un negocio funcione.

Se suman montones de sensaciones: frustraciones iniciales, logros parciales, dudas, miedos, ganas, ansiedades… Se suceden miles de preguntas y análisis intuitivos o racionales: ¿me comprará?, ¿por qué no me compró?, ¿qué hubiera pasado si le hubiese bajado el precio?, ¿me volverá a comprar?”.

“Un amigo emprendedor lo llama la rueda mágica. Y todos los días se pregunta si la rueda se detendrá. Porque para él es increíble que funcione, porque empezó de la nada, y un día hizo clic y empezó a dar vueltas. Y de eso vive, y con eso disfruta.”

“Me cuesta mucho transmitir esta vivencia a ciertos jóvenes que heredan un negocio funcionando de sus padres. Hijos que suponen que ir a visitar clientes es una tarea de vendedor, indigna de ellos que son los que manejan la empresa.
Son jóvenes que heredaron el clic. Hasta que no lo vivencien a pleno, no serán emprendedores verdaderos”, añade. “Es parecido a lo que sucede con ejecutivos de grandes compañías. Como no ven el negocio completo, suponen que ser independientes es algo sencillo.
Cuando se independizan se dan cuenta lo alejados que estaban de la realidad de los negocios. Y notan que aquellos proveedores a los que ninguneaban no eran tan inoperantes como ellos los veían de atrás de sus lujosos escritorios.”

“Si usted se ve acosado día a día por miles de problemas que debe resolver, ¡aguante!
Todas esas dificultades son parte de una realidad imprescindible que usted deberá vivir para que su negocio haga clic”, resume Kastika.

Y el eje del éxito, como se dijo, pasa por la idea del negocio. “Nuestra idea debe ser tan buena como para que nos permita ganar dinero aún si no tenemos un plan de marketing.

Las buenas ideas, las ideas innovadoras, deben estar hechas a prueba de desprolijidades, a prueba de errores. Hay habilidades (o competencias) que son exclusivas del empresario. Entre ellas, una de las más importantes es tolerar el riesgo, convivir con varios problemas pendientes de resolución”, señala Kastika.

Es una falacia pensar que el riesgo se elimina poco a poco mediante tareas parciales. “Esa es la esencia de ser empresario: todos los días hay un proyecto que se cumple, seis ideas que aparecen, un negocio que se perfila, tres noticias buenas, dos noticias malas, tres desilusiones, cuatro posibilidades que se abren.” “El balance anual, mensual, semanal y diario es para los contadores.

Al empresario lo mueven otro tipo de sensaciones. Por eso, soporta los problemas sin resolver. Porque tiene la capacidad de re-significarlos y aprovecharlos.” Kastika afirma que “un problema puede serlo o no de acuerdo con la perspectiva con que se lo mire. Y la perspectiva desde la cual un buen empresario contempla los problemas está íntimamente relacionada con la visión de futuro que el empresario tiene”.

La visión de futuro alimenta al empresario. “Cuando hablo de visión de futuro, me refiero a una historia por crear (una imagen, una idea, un concepto, un escenario) muy concreta y específica.
Un buen empresario no ve como amenaza todo lo que lo hace sufrir.
Y tampoco ve como oportunidad cualquier negocio que le pueda dar algo de rentabilidad.
Hay que tener cuidado, porque tal vez existen señales poderosísimas que marcan cambios profundos y no las percibimos, porque estamos inventando amenazas (o corrigiendo errores insignificantes) que justifiquen nuestra aversión al riesgo”, resalta.

“Muchas malas noticias quedan diluidas en la historia que el empresario va construyendo. Por lo tanto, no olvide que en algún momento, si hubo entrega, si hubo sed, si hubo vocación, si hubo sensatez, el emprendedor mirará hacia atrás y verá una estela, una historia, una epopeya. Verá la senda que dejó”, expresa.

Kastika explica que para dejar huellas, hay que marcar diferencias, y en ese aspecto son fundamentales los detalles.

“La diferenciación, el valor agregado, la calidad que nos destaca, dependen de los matices bien entendidos. La rentabilidad surge de la calidad de atención que ponemos en torno a nuestro producto y servicio. Es fundamental la capacidad de transformar ciertos detalles en la esencia de la diferenciación de nuestro producto o servicio”, puntualiza.

“Es creativo quien sabe a qué detalles asignarles importancia. Muchos negocios han surgido de hacer un ritual de los detalles que eran descuidados por otros.” Por otra parte, Kastika dice que el trabajo debe ser un ritual. “Ritual es pasión. Esto es lo que lo diferencia de la simple rutina. El que ama lo que hace, se dedica con pasión a una tarea casi obsesiva, que le insume tiempos desmedidos. Este refinamiento lleva a un proceso de mejora continua, y genera un círculo virtuoso.”
SOLVENCIA

1. La capacidad para responder con solvencia a nuestros clientes es un diferencial clave para todo emprendimiento, remarca Eduardo Kastika. “La solvencia no es sólo un tema financiero. Ser solvente es estar capacitado para sostener la calidad de un producto o servicio a través del tiempo, y a pesar de las dificultades que seguramente enfrentaremos.”
2. “Si un competidor lo copia y vende más que usted, no es por un problema de competencia desleal. Es porque usted no logró ser solvente. Falta de solvencia es un hermoso restaurante con baños que no funcionan o platos del menú que no existen.”
3. “Algunos piensan que las claves de un buen negocio son la astucia y la buena suerte, pero no es así. Para triunfar hay que innovar, es decir hacer algo distinto, y sostener esos elementos distintivos en el tiempo. El empresario debe hacer previsiones, dosificar las inversiones, construir planes de contingencia, resolver y superar problemas inesperados. Todos esos elementos son dimensiones de la solvencia. Elementos que no se tienen en cuenta cuando se evalúa superficialmente si una idea de negocio es buena o mala.”



fuente: unautopia.com


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